miércoles, 8 de julio de 2009

La carta que no te he entregado



He decidido dejarte,no preguntes por qué, sabes perfectamente que tu presencia en mi vida significa la muerte, una lenta agonía atravesará mi ser, mientras el daño que me haces vive. Claro que no todo está dicho, pueden fallar las probabilidades pero eres tan incansable en el camino de torturar cuerpos, que no tengo tiempo de detenerme a pensar, si debo dejarte. Ya sé que otras veces te abandoné por largo tiempo, pero regreso a tus brazos para hallar lo que no sé si sea consuelo. Simplemente es mi adicción que fríamente contemplo, mi corazón está cansado de amarte, necesitarte, desearte…

No lo sé con certeza pero puede enfermarse y terminar en el suelo. Has de saber, que es mi ser, quien impulsa esta despedida, creo que es tiempo de soltarte para siempre. En la vida hay cosas placenteras que envenenan; debemos olvidarlas, dejarlas de lado, y tú eres de esas, que tomamos a la ligera, haciéndolas parte de nosotros, sin importar cuánto nos digan debes dejarlo. Me has extrañado estos días que no recurro a ti, ni en la profunda desesperación, estrés o espera, más ten el consuelo que si todo cambia, regresaré a tu lado consumiendo tu cuerpo con mi aliento, mis labios volverán a besarte, mi gusto a saborearte, aspiraré tu aroma que me encanta y lentamente, terminarás por matarme… Adiós compañero fiel y despiadado enemigo, delirio de muchos, que como yo, te tenemos de aliado; suelta mi vida querido cigarro que ya con el consuelo que te di puedes esperar todo el tiempo que sea necesario, para envolverme en la nube de humo y atarme de nuevo a tu lado.

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