jueves, 9 de julio de 2009

MENTE DIFUMINADA



Unicornios con su reluciente cuerno, hadas mágicas y duendes cargando su vasija de monedas de oro, todos viviendo felices en el jardín del palacio.

Dentro, habita el príncipe Dante, tan apuesto, alto y con una amplia sonrisa. Viste siempre los más perfectos trajes, se da una gran vida, llena de suculentos manjares. Al salir el sol, tiene por costumbre salir; montar a “Aljemian” su corcel blanco y trotar por toda la comarca, regresando justo cuando declina el día.

El puente se tiende y el austro lo lleva dentro de su realidad…

Se mira en el espejo, lo dejaron asearse después de casi 10 días de aislamiento, el rostro desencajado le devuelve la retorcida sonrisa con intensidad, ella lo dejó sólo en este tormentoso valle de emociones, camina de un lado a otro, cada paso es la evocación de un recuerdo.

Las paredes blancas como su cuerpo, la ventana que deja entrar la luz igual que cuando miraba sus ojos avellana, la suave tela con que ha envuelto su figura: tan suave y confortable, ¡ Oh, su piel..!

Todo huele a ella, lo que hace es gritarse incansablemente su condición, es un perverso ente con figura humana que no tiene otra cosa más útil que destruir lo que toca.

Ella, siempre ella; quien por culpa de las circunstancias llegó hasta sus brazos, y todo ha culminado en tragedia, él incapaz de sentir emoción alguna, devoró con gula el febril amor que la princesa le profesaba.

Claro, es tan fácil tomar sin entregar nada a cambio, la aprisionó con sus garras de insensibilidad, destrozo sus ilusiones, su entrega. Tan sutil es la barrera del odio y el amor que no pudo notar cuando ella desistió de su búsqueda de algo verdadero. Ensimismado en el mundo de la monotonía, no pudo entregarle el alma como necesitaba ella.

Ahora, esa realidad es un espejismo de su mente, que cada noche recrea los momentos más sublimes de su existencia, donde los cuentos de hadas existen: el cabalga gallardo para traerla de vuelta, la ama sin fin y la tiene entre sus brazos, pero no comprende que eso es imposible, al verla conversar con un supuesto adversario, tomó la daga cargada de violencia y la empuñó con fiereza para clavarla en el pecho de su amada. Bebió el trago amargo del veneno de los celos y los dejó correr en su sangre hasta cegarlo.

Hoy, lucha contra ese monstruo, que es su mente trastornada, difuminando los retazos de aquel suceso, sólo piensa en ella y en el palacio donde, como en un cuento de hadas, viven felices sin tiempo ni espacio.

miércoles, 8 de julio de 2009

La carta que no te he entregado



He decidido dejarte,no preguntes por qué, sabes perfectamente que tu presencia en mi vida significa la muerte, una lenta agonía atravesará mi ser, mientras el daño que me haces vive. Claro que no todo está dicho, pueden fallar las probabilidades pero eres tan incansable en el camino de torturar cuerpos, que no tengo tiempo de detenerme a pensar, si debo dejarte. Ya sé que otras veces te abandoné por largo tiempo, pero regreso a tus brazos para hallar lo que no sé si sea consuelo. Simplemente es mi adicción que fríamente contemplo, mi corazón está cansado de amarte, necesitarte, desearte…

No lo sé con certeza pero puede enfermarse y terminar en el suelo. Has de saber, que es mi ser, quien impulsa esta despedida, creo que es tiempo de soltarte para siempre. En la vida hay cosas placenteras que envenenan; debemos olvidarlas, dejarlas de lado, y tú eres de esas, que tomamos a la ligera, haciéndolas parte de nosotros, sin importar cuánto nos digan debes dejarlo. Me has extrañado estos días que no recurro a ti, ni en la profunda desesperación, estrés o espera, más ten el consuelo que si todo cambia, regresaré a tu lado consumiendo tu cuerpo con mi aliento, mis labios volverán a besarte, mi gusto a saborearte, aspiraré tu aroma que me encanta y lentamente, terminarás por matarme… Adiós compañero fiel y despiadado enemigo, delirio de muchos, que como yo, te tenemos de aliado; suelta mi vida querido cigarro que ya con el consuelo que te di puedes esperar todo el tiempo que sea necesario, para envolverme en la nube de humo y atarme de nuevo a tu lado.